El sacerdote maya reparte velas de colores a 20 jóvenes reunidos en la sede central del Colectivo Caja Lúdica. Todos esperan el inicio de la ceremonia dedicada a los tres jóvenes de esa organización asesinados en menos de 60 días. “Cuando alguien muere violentamente su alma no descansa, por eso le pedimos al Ajaw (el creador) que guíe a nuestros compañeros”, dice Julia Escobar directora del centro.
Las víctimas son Juan Manuel Orozco Ambrosio, alias El Fu, asesinado el 5 de abril, Nexo Pineda, conocido como El Gordo, ultimado el 23 de mayo y Saulo Fernando González Estrada, ‘el Chucky’, muerto s el sábado pasado junto a otros cinco jóvenes.
El primero de los hechos se suscitó en el asentamiento Mario Alioto, Villa Nueva. Orozco era promotor cultural, era payaso, mimo y hacía teatro. Hace un año fue atacado, pero sobrevivió al atentado y se encontraba en silla de ruedas. En esa oportunidad Saulo González Estrada, la última de las víctimas de Caja Lúdica, también fue herido.
Pineda dirigía grupos teatrales. Fue asesinado en la colonia San Luis, San Pedro Ayampuc. El sábado, cuando ocurrió el último ataque, sus compañeros le organizaron un homenaje póstumo.
González fue muerto a tiros el sábado, cuando jugaba naipes afuera de una casa ubicada en el asentamiento Mario Alioto. Según Lubia Lima, jefa de la fiscalía del Ministerio Público (MP), de Villa Nueva, varios hombres que viajaban a bordo de un vehículo, abrieron fuego en contra de este y otros cinco jóvenes más
Auxiliares fiscales embalaron 19 cascabillos. Felipe Najarro, jefe de la Comisaría 15 de la Policía Nacional Civil (PNC), indicó que la investigación fue enviada a la Sección de Homicidios de la División Especial de Investigación Criminal (Deic).
Osmar Fernando Leiva Mejía murió en ese lugar, mientras René Alexander Pérez Cruz, José Omar Pérez Cruz, Nelson Leonel Aguirre Tobar y Juan María López, fallecieron en el hospital Roosevelt. Dos más fueron heridos.
La ceremonia inicia, con la voz entrecortada de Escobar quien da las últimas palabras a sus compañeros. “Los despedimos con tambores, con cantos, dando el testimonio de vida y alegría que ellos dejaron”, dice . “Queremos revindicar la alegría y el amor”, agrega Dorian Bedoya, gestor de proyectos de la institución.
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