martes, 6 de abril de 2010

Y vino la Alegría...


Por Laura Cedeira

Durante mi peregrinaje por México y Centroamérica, las vueltas del camino me llevaron a participar en el Encuentro Latinoamericano de Juventud y Arte Comunitario organizado por Caja Lúdica en la Ciudad de Guatemala.

Recuerdo el día, era viernes 20 de noviembre de 2009 cuando llegué directamente desde Honduras, a la sede de Caja, con mi mochila de viajera y todas las expectativas por conocer a las personas que tan amable y cariñosamente se comunicaban conmigo por mail.

Allí estaban los “lúdicos”, como ellos se autodenominan, en esa casa que los alberga y les contiene esa potencia y amor que brota de sus corazones. Al rato de haber llegado, y luego de las presentaciones, ya me sentía una más: una amiga más, una compañera.

Soy de Argentina, Comunicadora Social y viajera de corazón. Hacía meses que viajaba por México vendiendo artesanías y trabajando para poder continuar la aventura, cuando gracias a un encuentro casual con Londin, de Arte Acción Copán, me enteré de la existencia de Caja Lúdica y del Encuentro de Arte Comunitario. Así fue que me contacté con ellos y me dieron la noticia de que podía llegar a participar del Encuentro como voluntaria.

Ahí comenzó la historia de uno de los momentos más importante y memorable de mi aventura viajera. Guatemala, Caja Lúdica y aquel encuentro de arte, quedarían en mi corazón por su potencia e intensidad reveladora para mi persona.

Fueron días de mucho trabajo, con mucha fuerza y mucha información nueva para mí.
Mi tarea fue ser relatora de la mesa de diálogo “Pedagogías Artísticas para la Paz”. Trabajamos tres días con un grupo de hombres y mujeres, en su mayoría provenientes de organizaciones de arte comunitario centroamericanas, intercambiando ideas, opiniones, debatiendo y proponiendo metodologías y nuevas líneas de acción para sembrar semillas a favor de la no violencia y la paz.

Si bien el Encuentro fue exigente en cuanto a cantidad de actividades por día, fue tanta la variedad (los talleres, las mesas de diálogos, las ponencias, los momentos de conexión, los espectáculos, la comparsa, etc!) que yo, como extranjera, sentí que estaba accediendo, en un solo lugar y en 10 días, a la forma de vivir y sentir, y a la expresión artística y cultural centroamericana y guatemalteca en particular.
Ningún libro ni ensayo sobre el arte comunitario se hubiese acercado a la experiencia de vivir esos días el Encuentro, estrechar lazos tan fuertes con mis compañeros y conocer la forma de trabajo de los lúdicos.

Ellos, y toda la gente del movimiento artístico- cultural que fue al Encuentro, tienen un compromiso y energía para con el trabajo que realizan, y han adoptado una forma de vivir que para mí, una simple chica de barrio que viajaba con la ilusión de conocer Latinoamérica, fue como si acercaran un cerillo encendido a unas ramitas que se habían secado o estaban aún verdes, con ganas de madurar.

Aquel fuego fuerte y cálido que me abrigó esos días en Guatemala, perduró conmigo el resto del viaje. Las comparsas, los cantos, las sonrisas, los abrazos y todo el amor que recibí fueron el combustible que me llevó hasta Panamá y que se quedará conmigo el resto de mi camino.

* Serie de articulos y textos commemorativos del aniversario número 10 de Caja Lúdica

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